Por: G. Ferrando.
Cae la noche en Egipto, pero amanece la luz en su horizonte. Escribo estas líneas mientras el hasta ahora dictador, Mubarak, aquel que se enquistaba en el poder por más de 30 años y se resistía a marchar pese al clamor popular, anuncia su dimisión. Los egipcios, por fin, consiguen su objetivo. Son libres y autónomos para decidir su futuro que posiblemente sea una transición a la democracia. Eso sí, habrá que avisarles de los peligros de la misma, se les debería proteger de la corrupción y al mismo tiempo alentarlos al voto para que sus cifras de abstención no caigan pronto en los preocupantes porcentajes actuales del mundo occidental.
Pero, de momento, Egipto es un ejemplo de que nada es para siempre, de que el pueblo puede cambiar su destino, como lo hizo en el pasado y como lo seguirá haciendo por siempre. En estos tiempos de pasotismo, de comunicación adormecedora, de grandes holdings empresariales, todavía hay un espacio para la rabia, para la revolución y la crítica activa. Los dictadores, los déspotas y también los corruptos que se esconden bajo el apacible velo democráctico, deben saber que nunca las tendrán todas consigo. Que el pueblo siempre estará ahí, en apariencia tranquilo como un jaguar bajo su palo de mango, pero en verdad atento, capaz de atacar, veloz, implacable, letal, en cualquier momento.
Hoy es un día para ser optimista, para pensar que todo puede mejorar y para guardar en la retina. Vean la televisión, escuchen la radio, busquen en internet, ese portal mundial llamado a ser el motor de las revoluciones del mañana y que ya lo está siendo de las de hoy. Y sepan que están viviendo un día histórico. Una jornada que se abrirá un hueco en los libros de historia y que se estudiará en un futuro no muy lejano cuando, quien sabe, este mundo que ahora conocemos no sea también más que un recuerdo.
http://es.euronews.net/2011/02/11/hosni-mubarak-se-va/
http://english.aljazeera.net/watch_now/
Artículo escrito por: G. Ferrando.
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