Dos víctimas cuentan su caso ante el tribunal. Sentados ante una humilde mesa con un tapete azul, decorada con un pequeño jarrón con flores. Permanecen ahí, solos ante la verdad, aquella que tanto tiempo callaron, temerosos. Pero, por fin, tienen a alguien que les escucha. Alguien que no es de su entorno, que no pertenece a su círculo más íntimo, sino gentes ajenas que se preocupan y se interesan por su caso y por los de tantos otros. El V Tribunal Internacional para la Justicia Restaurativa en El Salvador les ha dado algo tan humilde, pero a su vez tan esencial, como es la voz.
«La voz de los sin voz» como tildaban sus fieles a un Monseñor Romero fallecido el 24 de marzo de 1980 y cuya muerte también se recuerda estos días. La voz de los que estrategias militares como las de tierra arrasada pretendieron callar para siempre. Pero, mientras haya un superviviente, mientras alguien pueda, y quiera, relatar las injusticias cometidas sobre su pueblo, matanzas como las que tuvieron lugar durante la guerra de 1980 a 1992 en El Salvador no quedarán en el olvido. Precisamente, para que esto no ocurra se constituyó hace cinco años el Primer Tribunal Internacional para la Justicia Restaurativa en El Salvador promovido por el Idhuca y que cuenta, entre otras organizaciones, con el respaldo de la Fundación por la Justicia de Valencia.
La anulación de la Ley de Amnistía (22/03/1993) es uno de sus principales exigencias. Pues la pervivencia de esta ley es una de las causas por las que todavía no se han cerrado gran parte de las heridas de aquella sangrienta guerra que todavía se deja sentir en el día a día de este pequeño país centroamericano.
Este tribunal no es vinculante. Es decir, de sus conclusiones y sentencias no saldrán penas de cárcel, ni siquiera multas económicas, pero sí servirá, como ya lo han hecho sus cuatro precedentes, para calmar las conciencias de las víctimas, y para que sus compatriotas, y los que no lo son, conozcan lo que sufrieron, sepan lo que pasó para, en base a ello, construir un futuro en el que masacres como estas no tengan razón de ser. Porque, como dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en su mensaje con motivo del Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas: «El derecho a la verdad es un derecho tanto individual como colectivo. Las víctimas tienen derecho a conocer la verdad sobre las violaciones que se cometen contra ellas, pero la verdad también debe difundirse más ampliamente para evitar que estas se repitan».
Las víctimas no verán como sus victimarios se sientan en el banquillo, al menos no todavía, pero sí se fueron con la sensación de haberse quitado un peso de encima. Como les decía Gerardo: «Les insto a que sigan haciendo todo lo posible para que los asesinos paguen algo. Si quiera que tengan la valentía de presentarse ante el pueblo y pedir disculpas por sus atrocidades. Aunque también me gustaría que fueran enjuiciados porque es lamentable que andes libres». Sus palabras, entre el perdón y el rencor absolutamente entendible son respondidas por el auditorio de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) con un sonoro aplauso.
Antes, Gerardo había narrado, junto a su esposa, como el ejército salvadoreño ametralleó a la gente que intentaba huir del país a su paso por el Río Lempa. Ellos narraron cómo el caudal aumentó porque alguien autorizó que se abrieran justamente entonces las compuertas de la presa 15 de septiembre causando todavía más muerte y desesperación entre los que intentaban cruzar el río. Además, al mismo momento, los helicópteros les ametrallaban sin piedad: «Iban tan bajo que se llegaba a ver el rostro del soldado que lo comandaba y bien sabía que estaba disparando a gente civil, a mujeres, niños y niñas» relataba Gerardo. Él, en medio de este caos, sacó fuerzas, y valor, para ayudar a pasar a los más débiles. Preguntado por los miembros del tribunal a este respecto, no se atrevió a dar una cifra de cuántas personas pudo ayudar a pasar, pero sí dijo estuvo «de las siete de la mañana a las cinco de la tarde sin parar y cada vez ayudaba a una o dos personas. Tal vez pasé a unas 50 personas ese día», indicaba. Desgraciadamente, no pocos de los que lograron pasar y después de más o menos tiempo murieron en Honduras siguen allí porque, como denuncian las víctimas «el estado nunca ha hecho nada para traer sus cuerpos de vuelta». Sin duda, el estado salvadoreño, sus dirigentes actuales y futuros todavía tienen mucho que hacer para que el país pueda superar aquella cruenta guerra y sus consecuencias. Desde el Tribunal se pidió, entre otras cosas, que se cree un censo de niños robados, y otro de víctimas, que, aunque parezca increíble, todavía no existen.
Tras el testimonio de Gerardo y María Auxiliadora, otras supervivientes se unieron a ellos para entonar juntos una canción compuesta por el tío de una de ellas y que relata el dolor que sintieron aquel 17 de marzo de 1981: «El sol salió temprano, en ese campo se nos hizo yuca, niños caminando, y otros en la nuca… Estando en el río Lempa, muertos fueron cayendo… la gente decía «vayánse pasando, todos los que puedan, vayan caminando»…
«De Lempa a los Hernández quedaron muertos, hermanos, tirados en tierra, muy despedazados… y sentimos la pena de no ser enterrados»
«…mujeres y hombres haciendo comida, «toditos, decían, son nuestros hermanos».
El V Tribunal dará a conocer pronto su sentencia. Cinco años en los que, como contaba el presidente de la Fundación por la Justicia, José María Tomás, en un acto de presentación realizado en Valencia «se han relatado casi 2.000 casos de víctimas y familiares». Muchas historias, por tanto, que al menos para aquellos que tengan curiosidad, afán de conocimiento, y respeto por la memoria y la verdad, no quedarán en el olvido. Historias de vidas truncadas que no deben repetirse. Y, para ello, debe existir el perdón, sí, pero no el olvido cruel. No el encubrimiento cobarde e interesado que se ha aplicado con la infame Ley de Amnistía. No el girar la cabeza ni tampoco el permitir que los culpables no solo no estén en el banquillo, sino que sigan ocupando puestos públicos y de responsabilidad.
Enlaces:
– Grabaciones de las jornadas íntegras del V Tribunal celebrado en marzo de 2013
– Informe «de la Locura a la Esperanza» de la Comisión de la Verdad en El Salvador»
-Sentencias anteriores del Tribunal Internacional para la Justicia Restaurativa en El Salvador:
-Video de uno de los juicios con declaraciones de Jon Sobrino y Baltasar Garzón
– Reportaje de Rtve sobre la aplicación de la Justicia Restaurativa con Benjamín Cuéllar.
Por: G.Sánchez/Tania CHS