Los centros de internamiento de extranjeros (CIE) constituyen uno de los ejemplos más claros de lo común que resulta ignorar una realidad que es muy dura para algunos, pero no afecta a otros, o al menos no directamente. Repartidos por diferentes puntos de España, y de Europa, son foco de protestas, denuncias y sospechas de todo tipo que, aunque se publican de tanto en tanto en los medios, no parecen suficientes para cambiar las cosas y, ni siquiera para que los propios vecinos tomen conciencia del problema. Mundosincobertura estuvo en el Cie de Madrid (mejor dicho en las puertas, en el patio para familiares y en sus alrededores porque dentro no dejan entrar a la prensa) y pudo comprobar el desconocimiento existente por parte de los propios vecinos. Reacciones como «No sé lo que es ese edificio. Soy del barrio. Antes había una cárcel de mujeres. La tiraron y ya no sé más» son más comunes de lo que podría parecer cuando uno pasea por Aluche y pregunta un poco. Es más, incluso entre los propios inmigrantes existe cierto desconocimiento sobre toda esta realidad. Uno de ellos, el colombiano, Walter, confiesa: «Yo he ido ahí a renovar mi tarjeta pero no sabía que dentro había inmigrantes sin papeles».
Lo que sí existe, es cierto temor hacia aquel que pregunta o que se acerca a comentar este tipo de cosas. Algunos no querían hablar, otros incluso nos dijeron que parecíamos policías secretas y no abrieron la boca hasta mostrarles la acreditación como periodistas.
SUP: «No debería estar la Policía allí»
Los vecinos, sobre todo los españoles y los que tienen ya cierta edad, reconocen que en sus círculos no se habla de estos temas. Sí recuerdan, en general, la época en que había una cárcel de mujeres y luego ciertos movimientos vecinales para que se construyera un hospital. Lejos de eso, lo que se edificó fue una comisaria que alberga hoy un Cie sobre el que pesan toda clase de incógnitas. Es más, incluso el Sindicato Unificado de Policías (SUP), a través de su portavoz, José María Benito, asevera que ellos no deberían ser los responsables de este tipo de centros: «El Cie no es competencia policial pero sí hay policías. Creemos que no tendría que estar la Policía allí porque no estamos formados para eso. Sí debería haber más organizaciones sociales, asistencia y servicios médicos», asegura. Benito reconoce que aproximadamente se expulsa a un 6% de los detenidos en el Cie y el resto queda en libertad con expediente de expulsión que en muchos casos no se lleva a cabo. El sistema de los Cies, por tanto, es un sinsentido que no solo provoca sufrimiento a los detenidos y sus familias, sino que comporta un elevado gasto al estado tanto de mantenimiento como en en viajes, pues como hemos podido comprobar no son pocos los casos en que los deportados viajan acompañados de hasta dos agentes.
Volviendo a los alrededores del Cie, la dueña y la cocinera del restaurante Colibrí, donde por cierto se come bastante bien, también se muestran estupefactas al conocer que tan cerca de ellas hay gente encerrada: «No sabía nada. El año pasado estuve ahí para renovar el carnet pero no sabía que había gente presa. No me fijé para nada. Tenía la cita, pasé, me dieron el carnet y ya está. Antes había una comisaría aquí pero la quitaron y ahora vamos ahí» afirma una de ellas que añade «Con mi familia u amigos nunca he hablado de esto. Me ha sorprendido bastante. Vivo en el barrio. Es la primera vez que oigo este tema y me sorprende porque me gusta enterarme de lo que hay en el barrio».
Sobre el Cie y sobre las redadas policiales hay mucha desinformación. A veces, institucional, como cuando la Policía asegura que ya no se hacen redadas, cosa que es radicalmente falsa, y otra por parte de los comentarios de la gente, o por la falta de ellos. No obstante, cuando a uno le toca directamente, o a través de un amigo o familiar, todo cambia. Mundosincobertura entró a unas carpas de plástico donde los familiares esperan para ver a los presos y pudimos conversar con algunos de ellos. Dos testimonios diferentes, el de las allegadas de un uruguayo detenido en Almería y las de un marroquí en Madrid, coincidieron en que a su respectivo familiar lo habían detenido por la calle, cuando iba andando o simplemente estaba en un banco, y luego lo habían encerrado tres días en un calabozo sin comida, o como mucho, zumos y galletas. Tres días incomunicado, peor que un animal, y tan solo por una falta administrativa, pues eso significa no tener los papeles en regla. Benito, el portavoz del SUP, nos había dicho que la ley establece que antes de pasar a un Cie hay que darle a la persona la opción de pagar una multa y solo en caso de no poder hacerlo se le podría encerrar. Preguntamos a los familiares, imaginándonos ya la respuesta, y en todos los casos fue que no les habían dado esta opción. Es más, unos de ellos denunciaban que a su allegado le habían hecho firmar una hoja, sin saberlo, en la que decía que no tenía a nadie en España, cuando eso era totalmente falso.
La visita de Mundosincobertura al Cie coincidió, además, con ciertas revueltas en su interior. Un subsahariano que había ido a ver a un amigo no pudo verle, le dijeron que ya no estaba ahí, a pesar de que le había llamado la noche anterior para decirle que le habían encerrado. Otros visitantes, a los que encontramos en las puertas del metro, nos dijeron que sí estaba allí pero que habían restringido las visitas porque algunos habían quemado colchones al comunicarles que su estancia en el Cie pasaba de 60 días -el máximo permitido por ley- a otros 60, en lo que constituye otro claro ejemplo de irregularidad que queda impune. Por otra parte, parece ser que alguien había introducido un balón con droga a través del muro y esto provocó también disputas y peleas. Y es que en el Cie no conviven solo los inmigrantes sin papeles, sino que la Policía encierra allí también a delincuentes comunes extranjeros, con lo que la convivencia se empeora y los riesgos para los que simplemente no tienen un documento, aumentan.
Este Cie de Madrid, inaugurado en junio de 2005, es uno de los ocho que existen en España junto a los de Barcelona, Valencia, Algeciras, Tarifa, Gran Canaria, Fuerteventura y Tenerife, pues el noveno, el de Málaga fue cerrado en 2012 «por no poseer unas instalaciones adecuadas o idóneas». Como el resto, el de Aluche acumula huelgas de hambre, denuncias y también algunas muertes como la de la congoleña Samba Martine, de 41 años, que falleció en 2011 en el Hospital 12 de octubre tras estar varios días sin que fuera atendida en el interior del Cie. No obstante, todavía demasiada gente mira hacia otro lado, desde los vecinos del propio centro que, sorprendentemente, no conocen la realidad, hasta los que sí saben lo que pasa pero no hacen nada para cambiarlo. Los Cies constituyen una regresión para un sistema que se llama democrático y libre, pero donde a una persona la pueden detener, insultar, pegar y hasta deportar simplemente por no tener un documento en regla.
Por Mundosincobertura. G. Sánchez